jueves, 4 de agosto de 2011

Carlos Evangelista


La obra de Carlos Evangelista (1943) está en plena forma y nos complacería que su geometría alcanzase el lugar que se merece con los años.

Hablo en futuro porque Evangelista tiene, a juzgar por sus formas y colores, ganas y tiempo para seguir estrujando el ángulo de 90º y las superficies cromáticas.

La coherencia de Evangelista se manifiesta en el ritmo pausado de los tonos y los planos amplios. Es un ritmo que invita a la reflexión y el silencio.

Este tipo de sensaciones sólo se adquieren cuando el estilo lleva muchos años definiéndose, preguntándose así mismo. Cuando se da el conocimiento de la forma ya sólo queda su disfrute.

Una de las críticas que se le pueden hacer a Evangelista es el abondono de su propia doctrina cuando trabaja en piezas escultóricas, mucho menos puras y equilibradas que los óleos, aunque todo remite de nuevo a la paz cuando se comntemplan sus sabios y medidos colores. En perfecta simbiosis con las formas que los soportan.

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